Domingo de Ramos

Cuando terminó Jesús este
discurso, dijo a sus discípulos:

- Ya sabéis que dentro de
dos días se celebra la fiesta de la pascua, y el Hijo del hombre será entregado
para que lo crucifiquen
. Mt, 26, 1-2

 

         Un hecho muy emocionante
está grabado en los Anales de la Humanidad.

         Había un Rey que tenía un Hijo único, ¡que era toda su
delicia! Éste tenía un esclavo. Bien, aconteció que el esclavo se rebeló en
contra del Rey, que lo hizo cargar de cadenas, cerrar en la prisión, y condenar
a muerte.

         Entonces, mientras esperaba día tras día la hora de la
muerte, he allí que el Hijo del Rey, movido por un amor inexplicable para con
aquel esclavo, se ofreció él para morir, porque el Rey es justo, ¡y su justicia
se tiene que satisfacer!

         Se ofrece Él, y entrado
en la prisión encuentra el esclavo, lo abraza y le dice: Anda, yo te cedo mis
derechos hacia mi Padre, yo moriré por ti, ¡sólo te pido que te acuerdes de mí!
La sentencia se ejecuta: el hijo del Rey es muerto en cambio del esclavo y este
entra en posesión de los bienes del Reino.

         Ustedes bien comprenden
el significado de esta parábola que nunca jamás tuvo lugar entre los mortales,
sino que se averiguó en la persona de Nuestro Señor Jesucristo.

         El ser humano es el esclavo, Dios Padre es el Rey, Jesús el
Hijo.

         Jesús cogió nuestro lugar: nosotros hemos pecado, ¡y Él pagó
la pena! Nosotros estábamos condenados a una muerte eterna, y Él se ofreció a
una muerte ignominiosa. Y así nos quitó la esclavitud, nos adquirió bienes
eternos, nos dio en heredad el Reino.

         Pero Él quiere algo por
nosotros: que nos recordemos de sus penas, y que las compadezcamos. Así, venid
y ved a Jesús: hoy Él está todo desfigurado, a pesar de que, aunque sea el
aspecto que asume en los 33 años, ¡siempre queda hermoso! Y no está en su
pasión menos hermoso de lo que es en sus Glorias: no está menos hermoso en el
Calvario o en la Cruz. ¡Porque lo que le hace hermoso es el amor! ¡El Amor que
lo hizo encarnar, el Amor que lo hizo nacer, el Amor le hizo probar las
dificultades, el Amor que le hizo hablar y obrar prodigios, el Amor le hizo
padecer y morir!

 

San Aníbal Mª
di Francia, Scritti, vol. 11 cap. 2 
Archivo 1874

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